El gusano de los dientes

Desde la época mesopotámica ha existido la creencia de que el causante de las caries dentales, las periodontitis y el dolor de muelas era un gusano que residía en el diente y lo devoraba desde el interior. Aunque se sabe que la idea se desarrolló en algún lugar del Cercano Oriente, se desconoce cuándo y dónde se originó exactamente. Una tablilla cuneiforme del periodo neobabilónico ya hablaba del gusano:
Conjuro contra el dolor de muelas
Después de que Anu [haya creado el cielo],
Cielo haya creado [la tierra],
la tierra haya creado a los ríos,
los ríos hayan creado los canales,
los canales hayan creado los pantanos,
(y) los pantanos hayan creado al gusano -
El gusano fue, llorando, ante Shamash,
sus lágrimas fluyendo ante Ea:
"¿Qué me darás como alimento?
¿Qué me darás para succionar?"
"Debo darte el higo maduro,
(y) el albaricoque".
"¿De qué me servirían, el higo maduro
y el albaricoque?
¡Levántame y entre los dientes
y las encías hazme morar!
¡La sangre del diente sorberé,
y de la encía roeré sus raíces!
Fija el alfiler y agarra su pie.
Porque tú has dicho esto, oh gusano,
¡qué Ea te aplaste con el poderde su mano!
Esta tablilla termina indicando que es una copia de un texto antiguo. Los documentos de Mari, Siria, del periodo babilónico antiguo incluyen una tablilla con el texto hurrita y el título acadio li-pa-at tu-ul-tim, es decir, "Conjuro del dolor de muelas". En ese caso, usa deidades hurritas, pero las partes inteligibles no se corresponden con la leyenda neobabilónica.

Paul Diepgen, por el contrario, situaba su origen en el antiguo Egipto dado que aquí el gusano es el principal símbolo de todas las enfermedades. Sea cual sea su procedencia, la creencia terminó extendiéndose al imperio romano y perduró durante la edad media.

Creencia extendida

Escribonio Largo, médico de la corte del emperador romano Claudio (41-54), escribió en De Compositione Medicamentorum, indicando fumigaciones, enjuagues y empastes como paliativos para el dolor de muelas. En particular recomendaba masticar beleño negro (Hyoscyamus niger), que los romanos llamaban herba dentaria, la "hierba de los dientes" en Tirol y "hierba Apolonia" (Apolonia, la patrona de los odontólogos) en Carintia. Escribonio recomendaba distribuir sus semillas sobre el carbón, permitir que el humo llegara a los dientes y enjuagar de nuevo con agua tibia. Indicaba que al escupirse, podían aparecer pequeños gusanos.

Tanto en El canon de la medicina (القانون في الطب Al-qanun fi al-tibb) de Avicena (980-1037) como en obras occidentales, como Gilberto Anglicus (1180-1250) se repetían las mismas recomendaciones. Entre las brasas observaban como de las semillas surgían unos hilillos blancos que identificaban como el gusano. Escribonio incluso recomendaba usar el propio gusano en el dolor de muelas, dado que la pérdida del diente ayudaba a la recuperación. Avicena recomendaba extender orugas de blanquita de la col (Pieris rapae) sobre el hueco del diente, informando que el diente se caía a los pocos días.

Durante siglos, el relato permaneció invariable. En Alemania lo conocían en la literatura de los siglos IX y X como zanewurm, siendo mencionado por Hildegarda de Bingen (1098-1179) en Causae et curae como una posible causa de las caries. Nicolò Nicoli Falcucci (primera mitad del s. XIV-1412), quien vivía en Florencia, informó del problema del gusano dental. Paracelso (1493-1541) explicaba que el gusano vivía en el diente y moría al contacto con el aire. Albrecht von Haller (1708-1777) aún hablaba de él en Onomatologia medica (1750).

No sería hasta la ilustración cuando se pondría en duda su existencia. El dentista francés Pierre Fauchard rechazó su existencia en Le Chirurgien dentiste (1728), pensando que las caries eran causadas por condiciones físicas tanto internas como externas. Cuando comenzó a usarse un abordaje científico a mediados del siglo siguiente, su opinión era la más aceptada entre los profesionales médicos y los investigadores que realizaban trabajos empíricos precisos. La creencia del gusano de los dientes persiste incluso en la actualidad, pero afortunadamente no entre los profesionales.

Aspecto

La apariencia del gusano variaba de un país a otro. En Inglaterra tenía el aspecto de una anguila, mientras en el norte de Alemania se comparaba con una larva de mosca de color rojo, azul y gris, como atestiguan numerosas bendiciones alemanas. Se le consideraba causante tanto del dolor de muelas como de la cefalea. El cirujano flamenco Jan Yperman afirmó observar gusanos moviéndose y causando supuración en el diente.

En la entrada para Zahn-wurm del Deutsches Wörterbuch de los hermanos Grimm describen al gusano como una linfa viscosa que es expulsado con fuerza de los poros de los dientes por la fuerza contractil de la fumigación. Esta linfa puede ser el líquido viscoso visible en la periodontitis. Por supuesto, no es aceptable que escape por los poros del interior del diente.

En el Handwörterbuch des deutschen Aberglaubens ("Diccionario conciso de la superstición alemana) se menciona que en Mecklenburgo, Suabia y Franconia se consideraba a la pulpa colgante como un pequeño gusano vivo. Esta pulpa colgante podría ser el abseso encapsulado. El Deutsche Krankheitsnamen-Buch ("Libro de nombres de enfermedades) de Höfler lo explica de forma similar.


En el pasado, si se inflamaba un diente ahuecado, la pulpa dentaria era "matada" como un "gusano" con una cauterización con un alambre. Al final, los gérmenes causantes de la caries no son muy distintos al gusano, royendo los dientes y agarrándose al diente ahuecado. Resulta extraño que en el último siglo se acabara observando una larva de mosca Wohlfahrtia magnifica en las encías de un granjero ruso.

Fuentes

  • Pritchard, J. B. (Ed.). (2016). Ancient Near Eastern texts relating to the Old Testament with supplement. Princeton University Press.
  • Gerabek, W. E. (1999). The tooth-worm: historical aspects of a popular medical belief. Clinical oral investigations, 3(1), 1-6.

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