Archibald McIndoe y el club de Las Cobayas

Supermarine Spitfire
Durante la Primera Guerra Mundial, la supervivencia de los pilotos a las colisiones era poco común debido a la ausencia de paracaídas. Aquellos que salían con vida de la caída debían superar entonces las infecciones. En la Segunda Guerra Mundial había mejorado la tecnología aérea, pero se mantenía el riesgo. Los icónicos cazas Supermarine Spitfire y Hawker Hurricane tenían su tanque de combustible delante del piloto, por lo que en un colisión o una fuga de combustible, el piloto sería bañado por las llamas. 4 500 hombres fueron rescatados de aviones estrellados, 3 600 de ellos con quemaduras graves en manos y cara. En estos últimos, 200 tenían quemaduras tan graves que eran conocidos como "los sin cara". En un cuerpo con una edad media de 20 años, ninguno podría esperar que una cara hinchada, derretida y con costras le devolviese la mirada en el espejo.



En la Gran Bretaña de 1939 había 4 cirujanos plásticos a tiempo completo que solían tratar labios leporinos y lesiones de tráfico. Entre ellos estaba el neozelandés Archibald McIndoe, nombrado consultor de cirugía plástica de la Real Fuerza Aérea (RAF) en 1938. Dos años después, su talento fue recompensado con su propia instalación: la sala III del hospital Reina Victoria en East Grinstead, Sussex, un pequeña cabaña a 46 metros del hospital con 20 camas a cada lado donde recibía a los pilotos quemados y mutilados de la batalla de Inglaterra.
A pesar de realizar 4 cirugías diarias, preguntaba a los pacientes sobre la duración de la lesión, qué protección usaban y cuánto tiempo pasaron en el agua antes de ser rescatados. También insistía en el cuidado del estado mental. De los 750 pilotos quemados tratados en East Grinstead, 200 gravemente desfigurados, McIndoe diseñó un plan personalizado para cada paciente, informándoles de las cirugías necesarias (entre 10 y 15 en tres años), los logros y la fase de recuperación.

Archibald McIndoe durante una operación
También debía recuperarlos de las complicaciones surgidas de los tratamientos previos en el campo de batalla o en las emergencias de los hospitales. Esto se debía al uso del tratamiento de coagulación, por el que cubrían las zonas quemadas con ácido tánico que se endurecía para formar una costra negra que, en teoría, permitiría crecer a la carne quemada. Sin embargo, además de dolorosa, la terapia destruía zonas de injertos de piel y provocaba gangrena. En torno a los ojos podía dañar permanentemente los párpados, dejándolos incapaces de cerrarse o, en casos graves, causar ceguera.

La RAF alteró el protocolo de quemados a sugerencia de McIndoe, manteniendo las quemaduras limpias, secas y cubiertas holgadamente en gazas con vaselina para que no se pegaran a las heridas. Al observar que aquellos que se estrellaban en el mar tenían una mejor recuperación que aquellos que lo hacían en la tierra, hizo instalar un baño de aguas salinas para que los pacientes limpiaran y mantuvieran flexible su piel. Además, su equipo trabajaba con las últimas técnicas, reconstruyendo las distintas estructuras mediante colgajos cutáneos, injertos de piel nutridos por el flujo sanguíneo de otras partes del cuerpo.

El ambiente de la sala de quemados era distendido. Tenían una radio, un piano y un barrilete de cerveza. Hablaban y discutían, e incluso socializaban con la comunidad de East Grinstead: iban de excursión a las tabernas, fiestas y bailes, eran visitados por mujeres que les traían flores, y además eran invitados a las casas a tomar el té, aunque muchos declinaban estas invitaciones hasta que tuvieran pantalones con cremalleras en vez de botones para cuando sintieran la llamada de la naturaleza. Esto se debía a que eran más fáciles de manejar con las manos heridas.

El domingo 9 de julio de 1941, frente a una mesa llena de vasos de cerveza y jerez, se proclamaron el "Guinea Pig club" (club Conejillo de Indias o Cobayas) por su cirugía experimental. Una de sus esposas dibujó un logo de una cobaya flanqueada con alas. Imprimieron tarjetas de membresía, crearon un calendario de cuotas (2 chelines anuales) y distribuyeron al club en tres grupos: los pacientes, el personal médico de East Grinstead y las auxiliares que formaban la "Real Sociedad para la prevención de la Crueldad a las Cobayas" Tom Gleave, el mayor de los pacientes, sería la Cobaya jefe, mientras que Peter Weeks, que tenía las piernas quemadas, fue nombrado tesorero porque no podría huir muy lejos con el dinero. McIndoe fue invitado como líder honorario.

Los fondos recogidos cubrían el coste del tratamiento y a los miembros desempleados. Posteriormente contribuían al fondo benévolo de la RAF e incluso crearon la revista The Guinea Pig, con dibujos de Henry Standen, creados a pesar de las quemaduras en sus manos. Desde su estancia en el hospital se respiraba un ambiente de camaradería que no entendía de rangos. Además, las normas eran más laxas y apenas había restricciones. Sin embargo, las enfermeras tenían que aguantar las insinuaciones de los pacientes, que contaban con el apoyo de McIndoe. También permitía a los pacientes seguir llevando el uniforme de la RAF si querían, ya que ahorraba explicaciones incómodas.

Junto con el anestesiólogo Russell Davies, McIndoe desafió la norma de los 90 días, por la que si un militar no volvía en este periodo, se le declararía inválido y recibiría una modesta pensión. Esto no solo impedía a los pilotos volver al servicio activo, sino también les impediría cubrir los costes del tratamiento y la cirugía. Además vieron como aquellos incapaces de volver al servicio recibirían el 100% de su paga.

Su mayor éxito fue devolver al servicio militar al 80% de los pacientes para finales de la guerra. Sin embargo, McIndoe no veía adecuado que Geoffrey Page y Richard Hillary volvieran al ejército. Sin embargo, cedió, aunque dejándoles como únicos responsables de sus acciones. Page volvió pero fuera del combate. Hillary, a pesar de sus problemas de visión, obtuvo la certificación para el vuelo nocturno. McIndoe sugirió a los oficiales médicos de la RAF que evitaran un trágico accidente apartando discretamente a Hillary de más vuelos. El 8 de enero de 1943, Richard Hillary se estrelló justo después de despegar, muriendo y dejando atrás sus memorias de guerra en el libro El último enemigo. Page volvería de nuevo a la sala III del hospital Reina Victoria cuando un proyectil alemán impactó con su avión en Amberes.

Hubo muchos otros que rehicieron su vida. Bertram Owen-Smith siguió los pasos como cirujano plástico de McIndoe. Jimmy Wright, antiguo fotógrafo ciego a pesar de 46 operaciones faciales y 18 en sus córneas, abrió un estudio de producción y recibió un premio de la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión (BAFTA) en 1981. Colin Hodgkinson, que perdió sus piernas en un accidente durante un entrenamiento, usó dos prótesis metálicas y volvió a volar, estrellándose de nuevo en 1943. Tom Gleave sirvió al ejército hasta 1953, aunque sin volar.

McIndoe mantuvo su labor, fue condecorado por los gobiernos franceses, polacos, checoslovacos y neérlandeses por su servicio durante la guerra, fue nombrado caballero en 1947 e invitado en 1958 al Real Colegio de Cirujanos de Inglaterra. Dos años más tarde, con 59 años, moriría mientras dormía. En la actualidad, su sala se ha convertido en la actualidad en un centro de investigación especializado en cirugía plástica y curación de heridas.

Fuente: Historynet

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